F L O R E S S E C A S
a veces duele el estómago y los ojos y no sabes si quieres quedarte en cama o terminarte el café con leche en vez y entonces salir a dar una vuelta por esta lima que se ha puesto tan gris, esas veces, como hoy, no sabes si serías capaz de llorar toda la tarde porque como siempre no va a pasar nada, porque el loop es eterno y siempre es igual, cuando has decidido irte a buenos aires vía hong kong ya no queda demasiado de qué lamentarse, ni siquiera se puede culpar a la ignorancia de antes, sólo aceptar una especie de fatalidad que es compañera y guía de viaje y terminar dándote cuenta de que has dado la vuelta al mundo para ir a morir a dos cuadras de tu casa.
cuando se pasan las páginas de este libro es tan evidente que sientes cómo la onda vibratoria mueve hasta la última de tus pestañas, estas páginas grandes y gruesas se mueven con un esfuerzo enorme y hay que subirse a un andamio para poder coger la esquina derecha y tirar; hay que trepar y sudar, coger, tirar, mover.
a veces las malditas páginas se pasan solas sin que una haya autorizado el cambio y sucede que te niegas y lloras y sientes cómo tu vida se estremece sin aviso: te enfrías, te pierdes, te quiebras.
y te vuelves a negar, porque eres básica y has preferido quedarte en la página que no terminaste de leer, aunque suceda como con las flores secas planas, o las moscas que mueren apachurradas con el peso de un montón de hojas que no quisieron mirar.
s.
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